domingo, 11 de enero de 2009

PREOCUPACIONES


-¿No tenías clases hoy?

La pregunta de mi madre me devuelve a la realidad. Su tono de voz, casi militar, derrumba el castillo de naipes en que reposaban mis pensamientos.

-Hoy no tengo ganas de ir. Déjame en paz.

Qué libres seríamos todos si dijéramos la verdad, pero jamás le respondería eso. Me habría puesto de cara a la calle con sólo una mirada.

-El profesor está de viaje, mamá.

Ella se retira con un gesto de conformidad. Después de todo, soy su hijo, su bebé, y jamás le mentiría.

Perezoso y vaquero, siempre fui. Pero últimamente me he vuelto además, muy cínico. Ya nada me impresiona y cuando algo lo hace, trato de minimizar sus efectos.

Mi enamorada me contó la semana pasada, mientras retozábamos en un motokar estacionado alrededor de la universidad, que nuestra separación ya tenía fecha concreta: 10 de Enero. Ese día partiría a Lima a trabajar y la relación iniciaría su prueba más dura hasta ahora. El tema estaba discutido y acordado desde hace días; no había más que resignarse. Pero cuando la vi con el billete de avión en la mano me sentí como un preso del corredor de la muerte al que por fin se le dice la fecha en que será ejecutado. Quería arrancarle el billete y romperlo en pedacitos. Creo que ella también quería que lo haga.

- Ah! ¡Qué bien! -digo, casi entre dientes- Me imagino que ya estarás alistando tus cosas.

- ¿Me vas a extrañar cuando me vaya, amorcito?

- ¡Por supuesto que no, porque no permitiré que te vayas! ¡Te voy a secuestrar si es preciso, y si tu padre viene a buscarte le arrancaré las pelotas con mis propias manos!

Aquellas frases iluminaban mi mente como los relámpagos de una tormenta, pero nunca salieron de mi boca. Más bien puse cara de profesor de filosofía y respondí:

- Eso no lo sé ¿Cómo quieres que lo sepa si todavía no te has ido? Por lógica, no puedo saber lo que sentiré si te vas porque nunca te has alejado de mí más de dos o tres kilómetros. Tendrías que irte para saberlo ¡Haces cada pregunta!

Ella guardó el billete y trató de no llorar.


Es domingo y me levanto temprano para tomar la computadora antes que mi hermano, pero el muy vivo ya la está ocupando. Resignado, me voy a la huerta a conversar con mi padre.

-Tu madre estuvo llamándote para que la acompañaras a misa. ¿Te hacías el sordo o qué?

- ¿Sabes una cosa? Creo que la religión es un cuento.

- ¿Así? Pues creo que tus estudios también lo son. ¿Crees que yo me trago eso de que tu profesor para de viaje? En la cara no más se te ve lo harrrrragán que eres.

Por un momento le miro avergonzado, pero inmediatamente recobro la máscara. Tomo aire profundamente y respondo:

- Si falto tanto es porque no me dejan entrar por la pensión. Hace una semana que se ha vencido.

Mi padre deja de cultivar sus semillas y se pone de pie frente a mí.

- ¿Y porqué no me dijiste, sonzo?

-Bueno, no quería incomodarlos con mis problemas -replico, mirando la tierra de mis zapatos- además, sé que el negocio está muerto en Enero...

Mi padre se limpia las manos de tierra y sube a su cuarto. A los pocos segundos baja con el dinero y yo me convierto en el primer alumno en pagar la segunda pensión.

- ¿Estás seguro que no lo necesitas? - le pregunto antes de retirarme- porque puedo seguir saltando la cerca de atrás...


Mediodía. Almuerzo familiar. Todos masticamos sin hablar. Mi madre rompe el silencio comentando:

- Tú vieras, amor, como se van las viejitas a misa. Señoras bien arrugaditas que no pueden ni caminar están paradas, escuchando al padre.

Mi viejo añade:

- En cambio otros, más jóvenes, desperdiciándose en la cama...

Silencio breve. Finjo seguir masticando. Luego añado:

- Es que a las viejitas les queda poco tiempo para expiar sus pecados, por eso se afanan.

Por la tarde, Rodrigo está en mi sala jugando GTA San Andreas. Yo trato la buscar la manera más educada de echarlo para ponerme a escribir este post. El tema da vueltas en mi cabeza y temo perderlo para cuando acabe.

- Rodrigo ¿No te da vergüenza ser un vago?

- ¿Pues qué quieres que haga? Estoy condenado a ser un vago.

- ¿Cómo así?

- ¿Sabes qué me hubiera gustado ser? Médico Veterinario. Pero aquí no existe esa carrera. Así que tengo que estudiar contabilidad. Entonces ¿cómo quieres que tome en serio una carrera para la que no tengo vocación? Solo me queda acabar contabilidad para tener felices a los viejos, ganar plata y tener mi granja.

- ¿Y por qué no te vas a estudiar a Lima?

- ¿Estás loco? Hace mucho frío y además sufro de los bronquios. Ni cagando.

La mañana del 10 de Enero encendí mi moto y fui a ver a Priscilla. Tenía planeado decirle todo lo que sentía, agotar las palabras hablando de mis sentimientos hasta quedar vacío y expuesto como cecina al sol. Era nuestra despedida. Como su padre no podía ver ni mi sombra, acordamos reunirnos una hora antes en la plazuela de siempre. Cuando llegué, ella me esperaba con los ojos rojos y una sonrisa forzada. Habíamos pasado tantas cosas durante estos tres años, que apenas pude sostener su mirada. No vaya a ser que me quiebre yo también.

Empecé consolándola con argumentos tontos que ni yo me creía. Ella comenzó a llorar y su llanto incontrolable me impacientaba, como tantas veces. Pronto empezamos a discutir. Ella me acusó de no hacer nada por retenerla y yo me refugié en mi indiferencia, minimizando la separación y olvidando todo lo que quería decirle.

Lentamente, y luego de mirar repetidamente el reloj, empezamos a calmarnos. Cuando comprobó que no venía a retenerla, me rogó finalmente que la siguiera a Lima. Y yo, que durante toda la semana había ensayado la mejor manera de decirle todo lo que no le había dicho en estos tres años, yo que había intentado comunicarme con ella y con todas las personas que me consideran un vago o un cínico por resistirme a expresar cara a cara lo que siento, yo, que me desangraría tanto como ella cuando se de vuelta y entre a su casa a tomar las maletas, sólo pude decir, con absoluta indiferencia:

- ¿Estás loca? Hace mucho frío y además sufro de los bronquios. Ni cagando.

Duele transformarse. No puedo despertar un día siendo un hombre sincero y expresivo. Sólo espero empezar a cambiar de a pocos, como una serpiente que muda la piel.

Nunca me había sentido tan solo como hoy.

2 comentarios:

  1. love the X-ray picture and the one in the post below!!!

    ResponderEliminar
  2. Yo no la quería retener
    yo quería ir con ella
    le quería decir eso
    pero me pareció muy loco

    Tenemos algo en común:

    una estrella fugaz

    Saludos amigo

    ResponderEliminar