domingo, 4 de enero de 2009

EL IDIOTA

Un alpinista demoró tres días en escalar una montaña, pero, al llegar a lo alto y ver la belleza del paisaje, consideró pagados sus esfuerzos... Un conductor de helicóptero rió:

-Me basta hacer funcionar mi máquina y en un minuto estoy arriba sin cansarme inútilmente.

Así lo hizo.
Cuando estuvo al lado del alpinista, le dijo:

-¡No sé por qué encuentras hermoso este insulso paisaje!


Alejandro Jodorowsky "Fabula"


El marido se acomodó los anteojos y, haciendo un gesto de fastidio, comenzó a leer mientras desayunaba. La mujer exprimía las naranjas en aquel aparato que nunca pudo manejar del todo bien. Los niños bajarán pronto como lobos hambrientos, y mientras volteaba los huevos en la sartén se preguntaba si aquello bastará para contentarlos. Intentó preguntarle a su marido si deseaba más café, pero ni siquiera había tocado el que tenía en la taza. Además, ya varias veces le había advertido que no interrumpiera su lectura. Los niños bajaron justo cuando ponía la última cucharita sobre la última taza del último de los pequeños. En realidad supuso que venían al escuchar la estampida en la escalera, y quería que todos la encontraran así, acomodando la última pieza, pensando que al verla dirán, “justo a tiempo mamá”. Después de todo, una mesa servida no se genera por combustión espontánea. Pero apenas la miraban y pasaban de largo casi pisándole los pies para ganar lugar. “¿Otra vez avena, mamá?” Tomaban el jugo, los huevos, y mientras se insultaban entre ellos se les hacía tarde para el colegio, lo que les daba un pretexto para salir sin acabar la bendita avena. Mariana ya tenía arrugada la camisa porque se tendió a dormir un rato más y Alfredo derramó algunas gotas de jugo sobre el uniforme, pero no había tiempo para reprenderlos. Como extraído de un sueño, el marido dio un salto uniéndose a la danza de los apurados, se dirigió al callejón a sacar la moto y apenas se despidió de ella mostrándole su generosa espalda.

Ella miró el calendario, recogió los trastos regados por la mesa y empezó a lavarlos. Cuando terminó de acomodarlos se puso a limpiar la casa. Por fin, al mediodía pudo sentarse en el mueble a ver telvisión. Al poco rato su amiga Pocha tocó la puerta.

-Feliz cumpleaños Lupe -le dijo mientras se acomodaba el cabello bajo la vincha.

-Gracias.

-¿Y? ¿A donde pedirás que te lleven?

-No sé. Todavía no hemos hablado de eso.

-¿Pero se acordó no?

Lupe paseó la mirada por encima de la puerta y suspiró.

- Es que tiene mucho trabajo últimamente. Quizá la empresa tenga que reducir personal. Está preocupado.

-Pues también hay peligro de que en su casa haya reducción de personal, cuando lo eches por imbécil. Ya pues Lupe, no tienes que ser tan pasiva. Seguro que otra vez vas a rebajarte a tener que recordarle que se olvidó de tu cumpleaños, y él te dará un beso en la frente y quizá te lleve a comer hamburguesas de carretilla sólo por lástima.

-No voy a recordárselo. Si él no se acuerda hoy nunca más se lo recordaré.

- ¿Y los chicos?

-Apenas saben leer el calendario.

El teléfono sonó y Lupe corrió a contestar. Su marido le avisaba que hoy saldría temprano y llegaría con su jefe para almorzar, pues era su cumpleaños y quería quedar bien para que no lo despida. Le dio instrucciones sobre lo que debía cocinar y le pidió que se diera prisa.

-Le dije que tienes la sazón más deliciosa de todo Belén, amor. No me defraudes.

Cuando ambos llegaron, todo se encontraba dispuesto. Lupe se disculpó por no acompañarlos pretextando un dolor de cabeza, pero apenas se notó su ausencia, pues no bien se sentaron a la mesa empezaron a embutirse los platillos con insaciable rapidez, conversando a boca llena y riendo a carcajadas mientras levantaban en alto los muslos del pollo. Desde la cocina, Lupe observaba la solicitud de su marido para atender los caprichos de su jefe, y le recordaba cuando eran novios. Una vez devorado el almuerzo, el marido se apresuró a pedirle que vaya a comprar tres cervezas mientras su jefe se frotaba las manos haciendo una mueca grosera.

Lupe se negó. Sabía que si empezaban a tomar no pararían hasta quedar debajo de la mesa, y abrigaba la tenue esperanza de que su marido se acordara de la fecha y la llevara a cenar fuera.

- Vamos mi amor -replicó el marido- esto es importante para mí. Ya lo tengo en la palma de la mano. Quizá hasta me ascienda. ¿No quieres que me suban el sueldo acaso?

Tras la primera ronda, vinieron otra más, y luego otras. Los niños llegaron, saludaron apenas y subieron al cuarto. Pocha le regaló un pie de manzana y conversaron un rato en la cocina, tratando de escucharse a través de la bulla del equipo que tocaba las cumbias de moda. Lupe terminó echándola cortésmente para no seguir soportando su mirada condescendiente. Es decir, tenía razón, su marido era un patán ¿Pero que podía hacer ya? Él estaba tirado en el mueble con su jefe, y empezaban a ponerse íntimos haciéndose confidencias mutuas, como siempre pasa con los borrachos.

-Ha sido una gran fiesta, Sifuentes...El mejor cumpleaños que he tenido...

-Usted siempre ha sido como un padre par a mí, don Poncio. Usted es mi inspiración.

El jefe empezó a reir, diciendo:

-¿Y sabes qué es lo más gracioso?

- ¿Qué cosa, don Poncio?

- Que acepté tu invitación por sobre las demás porque tenía que despedirte... ¡Y no sabía cómo! Ja ja ja ¿Te imaginas? ¡No sabía cómo! Nunca me había pasado. Ahora sé porqué -le dijo mientras le ponía el índice en la nariz- Porque eres un ser humano maravilloso, con una linda esposa y unos hijos preciosos.

El marido estaba pálido, y apenas balbució:

- No me despida don Poncio. He sido leal con usted...

- Lo siento hijo. Ya no está en mis manos. Firmé tu carta de despido ayer, pero no te preocupes, eres un muchacho fuerte y sé que a donde vayas, las puertas se te abrirán.

Al ver la rigidez muscular de su pupilo, don Poncio se puso de pie y se despidió. El marido se quedó tumbado en el mueble, como si asimilara lentamente lo que acababa de escuchar, pensando qué cosa pudo hacer mal. Lupe, que había escuchado todo, se acercó a recoger las botellas y mirar de soslayo a su marido, él la miró como queriendo decirle algo con los párpados palpitantes, pero ella dio media vuelta y se dirigió a la cocina a terminar de lavar los trastos.

1 comentario:

  1. MALDITASEA! GENIAL! MUY ESTILO TUYO! DESDE K TE LEÍ, SIEMPRE MANTIENES EL MISMO ESTILO! HABER SI NO SALES CON OTRO POR AHI!

    ABRAZOS

    FRANZ MAX

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